sábado, 7 de junio de 2014

"No porque no pueda verlo voy a dejar de creerlo"

La ciudad de Halloween. Cuando tienes tres años no es precisamente un lugar al que te gustaría ir: seres siniestros, que además están muertos, cantan canciones y celebran el día de difuntos. Recuerdo que en el VHS de El rey león, uno de los trailers era Pesadilla Antes de Navidad y aquí la menda lloraba, pataleaba y se escondía tras su padre para no ver a ese ser con cabeza de pelota de beisbol, con aquellas cuencas de los ojos vacías y negras y una sonrisa siniestra que parecía estar cosida.


Pero la gente crece y cuando tenía unos 12 años, la noche de Halloween emitieron en La2 una de las obras maestras de Tim Burton, rodada con la técnica de stop motion y que es parte del imaginario del mundo gótico/hemo y freaks de Tim Burton en general.
No hay muchas cosas que se puedan decir de esta película que no se sepan ya, como que el director del film es Henry Selick, pero siempre se le ha atribuido a Burton, pues suya es la idea original como podemos comprobar al ver su corto Vincent o Beetlejuice (o Beetlegeuse) donde ya aparecen algunos de los seres que veremos en Pesadilla. 
El señor Skeleton, rey de las calabazas, es el encargado de llevar a cabo la celebración de la noche de Halloween, pero aburrido de hacer siempre lo mismo y de sentirse solo entre un montón de gente que lo adula, acaba por error (o el destino, vete tú a saber lo que pensaba el señor Burton) en la ciudad de la Navidad. Comprensiblemente fascinado por luces de colores, nieve y olor a dulces, decide trasladar la Navidad a su ciudad e intentar darle un cambio a sus celebraciones. ¿Qué ocurre? Pues...Manolete, si no sabes torear para qué te metes? Jack intentando salvar la Navidad acaba por convertirse en el Grinch y destrozarla por completo. 


Sin olvidarnos de su fiel perro fantasma Zero, su amor inconfesable, Sally, el malvado Oggi Boogie y sus tres pequeños (Lock, Shock y Barrel) y el resto de personajes, Pesadilla nos presenta diálogos convertidos en canciones y personajes animados de una manera tan minuciosa y detallista que parecen ser reales. Graciosa, entretenida y para mí, un espectáculo visual, es una película perfecta para ver en cualquier época del año, pero sobre todo en las vísperas de Navidad, ya que permite reírnos un poco de toda esa falsedad que adorna escaparates, pero es incapaz de conmover un pelo de la gente. Es más fácil conmover a un muerto. 
Con cualquier film de Tim Burton (bueno, hasta 2008) sería capaz de pasarme horas hablando, pero creo que es lo suficientemente conocida para que me extienda. Así que os invito a que la veáis si no lo habéis hecho aún y los que sí, que la volváis a ver, mientras cantáis como niños (que todos sabemos que nos sabemos las canciones). 

Os dejo con el que para mí es uno de los mejores números de la película, donde se nos presenta a Jack.

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