El señor Holmes y yo no empezamos con buen pie. Cuando yo era niña, a mi hermana le encantaba y yo lo detestaba: estableciendo un paralelismo, mi hermana ha sido siempre Holmes y yo, un intento de Watson. Mi hermana establece siempre unas teorías a base de lógica (a veces demasiado conspiranoicas, pero la pobre se crió resolviendo crímenes con Angela Lansbury) y yo siempre intento seguir su estela y cuando consigo llegar a su mismo punto resulta que ella ya está en otro piso superior. Vamos, como le pasa al pobre Watson, poniendo siempre sus amplios conocimientos en juego para que llegue Sherlock y con unas deducciones que parecen de lo más simples, lo pone en jaque. Así, por un motivo de orgullo propio, cuando en el instituto me tocó leer las obras de Doyle, primero Estudio en Escarlata y más tarde El sabueso de los Baskerville, yo me decanté por El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde y El perfume de Patrick Süskind, respectivamente. Así creí vencer la batalla al señor Holmes. Ilusa de mí, pobre infeliz. La venganza se sirvió bien fría.
Pasaron años y llegó la serie House. Me encantaba. Ese médico borde y enganchado a los fármacos solía resolver todas sus conversaciones con respuestas ingeniosas y a mí, cada cual me gustaba más que la anterior. Mi hermana, ya de vuelta y media en este tipo de actitudes, se animó a verla conmigo, pero había algo que le resultaba familiar. Por todos es ya conocido el guiño que la serie House le hace al personaje de Sherlock Holmes: su apellido empieza por la misma letra, tienen un problemilla con las adicciones, su mejor amigo y fiel escudero se apellidaba Willson, muy parecido a Watson, y para rematar vivían en el 221B. El acabose. Sherlock de nuevo en mi camino.
Creí volver a esquivarlo y en 2009 Guy Ritchie anuncia película nueva. El muy gañán no se molestó ni en ocultarlo en el título: Sherlock Holmes. Simple y certero. No podía decirle que no a Ritchie. Así que vi la película y las interpretaciones de Robert Downey Jr. como Holmes y Jud Law como Watson ayudaron bastante a mi relajación. Película fantástica con mucho de Guy Ritchie, pero al no tener idea de Holmes, pues no pude compararlo con nada más. Salí maravillada del cine. Dos veces. Pues en 2011 se estrenó una segunda parte Sherlock Holmes: Juego de Sombras.
Un año más tarde mi hermana estaba entusiasmada con una nueva serie inglesa, cuyas temporadas solo contenían tres capítulos. La serie se titulaba Sherlock y el primer episodio Estudio en rosa. No sé cómo, mi hermana me convenció y vi parte del primer episodio con ella y me encantó. Más que las películas de Ritchie, más que cualquier comparativo o sustituto de Holmes que hubiese visto con anterioridad. Pero no la acompañé en los demás episodios. El por qué, no lo sé. Pero había algo de aquel capítulo que se negaba a abandonarme y no tuve que pensarlo mucho. Tinker Tailor Soldier Spy (aquí se llamó El Topo). Entre todo ese abanico de personajes masculinos interpretados por un actorazo tras otro, había un actor que me resultaba conocido y que me intrigaba por su interpretación. Me quedé con su cara y creo que hice muy bien: Benedit Cumberbatch.
Lo dejé pasar y llegó el Jaque Mate. Decidí comprar un libro sin saber absolutamente nada de lo que me iba a encontrar dentro. Ni me había leído la sinopsis ni tan siquiera me sonaba el escritor, pero aquel título era el recopetín. La noche en que Frankenstein leyó El Quijote de Santiago Posteguillo. El libro contaba de una manera amena diferentes anécdotas sobre la literatura, sobre como se llegaron a publicar grandes obras, las diferentes penurias o alabanzas que una obra había pasado hasta su publicación o las casualidades de la vida que llevaron a que un manuscrito olvidado llegase a ser obra cumbre de la literatura. En la página 139 el título era claro: El asesinato de Sherlock Holmes. Realmente, Sir Arthur Conan Doyle quiso acabar con Sherlock Holmes, su personajes estrella, aburrido de dedicar su vida a un mismo personaje. Pero la cantidad de seguidores que aquel personaje tenía le demostró a Doyle que los libros, los relatos, los poemas una vez publicados dejan de ser de su autor y pasan a ser de dominio público y aunque la última palabra la tenga siempre el autor por ser el creador, quién mantiene vivo al personaje es quién lee. Y así fue como ocurrió. Conan Doyle cedió a la presión que su editor y los fans de su personajes (que como indica en su libro Posteguillo "se paseaban frente a la casa del escritor con crespones negros en los sombreros en señal de protesta y luto por la muerte de su ídolo").
Aquel cúmulo de encontronazos con el señor Holmes me dejó claro que era "mi destino" tener que ponerme al día con las obras de Conan Doyle sobre este detective y su fiel amigo. Pero si a alguien he de agradecer mi nuevo/renovado/retomado interés por algo tan vintage como Sherlock Holmes es (a parte de mi querida hermana) a dos grandes actores: Benedict Cumberbatch y Martin Freeman. Curiosamente, son también estos dos actores los que han despertado en mí el interés por leer a Tolkien, ya que interpretan respectivamente al dragón Smaug (la voz en V.O) y a Bilbo Bolson en la adaptación de Peter Jackson de El Hobbit.
Así pretendo con mi primera entrada en este blog sobre literatura, cine y series, dar el homenaje tardío que he maquinado durante años para Sherlock Holmes y su inolvidable amigo el doctor Watson.
Imágenes: TheReichenbachfall, William Turner
Benedict Cumberbatch como Sherlock.
Queridisima hermana,ahora es cuando te diria,elemental querido Wattson!!
ResponderEliminarSabía que ibas a caer en las fauces de Sherlock!!Graciñas por la primera entrada.
Watson,watson, con una sola t....sorry
ResponderEliminarElemental, querida Holmes. Con una sola T ;)
ResponderEliminar