"Podéis llamarme Ismael..."
"Pueden ustedes llamarme Ismael. Hace algunos años, no importa cuántos exactamente, con poco o ningún dinero en mi billetera y nada de particular que me interesara en tierra, pensé en darme a la mar y ver la parte líquida del mundo"
Así es como comienza la novela Moby Dick y así es como un niño, que se llama Ismael debido a dicha novela, se monta solo en un AVE y decide hacer el trayecto Madrid - Barcelona en busca de su padre. No se da a la mar concretamente, pero lo podemos ver desde una óptica moderna.
Ismael es un niño despierto, muy inteligente y que tiene ganas de conocer a su padre. NO hay poesía en este hecho, no es un drama telenovelesco en el que el niño sufre la ausencia de su padre, pues é yal tiene uno, pero su inteligencia y la curiosidad propia de un niño le ponen en las manos una carta privada de su madre donde se menciona al padre biológico. Y al niño le parece una idea simple: cojo un tren, conozco a mi padre y me vuelvo. Bendita inocencia.
Cuando llega a Barcelona se encuentra con una abuela rancia, que no se habla con su hijo y que no tenía ni la más remota idea de la existencia del retoño.
La película cuenta con un buen reparto: Belen Rueda y Mario Casas como madre e hijo y, a la vez, abuela y padre del nuevo Marco, increíblemente interpretado por un jovencísimo Larsson do Amaral. Su madre y padre adoptivo son Ella Kweku y Juan Diego Boto y como secundarios y, ambos, amigos de Mario Casas tenemos a Sergi López (no hace de malo, increíble pero cierto) y Mikel Iglesias.
La historia no es original y no muestra nada novedoso, pero si te hace disfrutar de unas buenas actuaciones y una trama entretenida. Quizás abusa de demasiados clichés que el director Marcelo Piñeiro ha intentado juntar y mal, mal no le ha salido. Entretenida y con algún que otro mensaje con moraleja y recomendable en cuanto actuaciones.
P.S: no es una mala idea si tienes pensado darle una oportunidad a Mario Casas.
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