Así empieza una de las tragedias más grandes del cine. Y una de mis películas favoritas: Moulin Rouge. Baz Luhrmann ya me había hipnotizado personificando a Romeo con un jovencísimo DiCaprio y una Julieta con una Claire Danes aún más joven. Situando el Moulin Rouge como telón de fondo, Baz Luhrmann se aventuró a juntar las dos cosas que más le gustan, la tragedia y la música. El resultado fue redondo.
Verdad. Belleza. Libertad. Amor. Este es el dogma de los bohemios (donde encontramos al mismísimo Toulouse Lautrec) de principios del siglo XX en un París en el que arte y bajos fondos iban de la mano. A esta ciudad llega Christian, un joven y apasionado escritor que huye de Londres a París en busca del amor. Primer acierto. Por primera vez es un hombre el que vive ilusionado de esa idea romántica del amor y será él quien nos haga enamorarnos de todo lo que le rodea: luces, colores, fiesta, música, felicidad, maquillaje, chicas, sexo, amor, lujuria, alcohol y drogas (Absenta, dos en uno y con Kylie Minogue de regalo). En fin, una vorágine que representa perfectamente esa vomitona de confeti en la que nos convertimos cuando nos colamos de alguien.
Y llega SATINE. El diamante reluciente. Una Nicole Kidman envuelta en seda con una voz idílica y que encaja a la perfección con Christian, el Ewan McGregor que hoy todos conocemos y que por aquel entonces no dejaba de ser "el chico de Trainspotting" u Obi Wan Kenobi. En el momento en el que lo escuchamos cantar, el mundo se para. Esto es lo que pretende conseguir Baz Luhrmann y lo consigue a la perfección.
¿Por qué es un gran musical?
Porque pese a que carece de grandilocuentes coreografías como sí las tenían los antiguos musicales, la elección de las canciones de entre el repertorio popular hace que se conecte más fácilmente con el espectador, ya que más de uno tendrá su propio sentimiento unido alguna de estas canciones, por no decir a todas. La química entre los protagonistas es innegable, respaldada por unos secundarios magistrales como son Jim Broadbent (Harold Zidler), John Leguizamo (Toulouse Lautrec) o Richard Roxburgh (nuestro "querido" Duque).
Como todo buen drama, comienza con una fiesta sin fin (recordad la último adaptación de Luhrmann, El Gran Gatsby) y prosigue con un enamoramiento apasionado e irreverente. Ya sabéis, "how wonderful life is, now you´re in the world" que ya nos lo dijo Elton John.
Para los grandes amores hay siempre grandes canciones y como el amor entre Christian y Satine es tan grande, el repertorio pop, rock, punk, grunge y me atrevo a aventurar que tampoco el folk tenían en su haber la canción que los definiera. Y Luhrmann se invento LA CANCIÓN. Sí, con mayúsculas, pues con tres palabras Come What May (cuatro en castellano "Pase lo que pase") definieron lo que el amor de cualquier tipo y condición viene a ser: voy a estar aquí porque te quiero y no hay nada más, ocurra lo que ocurra.
Error de los gordos que cometen los enamorados y es no contar con la variable llamada "esta perra Vida", la cual hace lo que quiere y cuando quiere, destruyendo hasta sentimientos que son capaces de mover montañas. La tragedia se interpone en el camino y como la tragedia de por sí, suele ser bastante spoiler, aquí dejo de contar.
Es imposible ver esta película y que no se te erice la piel; algunos disfrutaran con la música, otros con las alocadas ideas de los bohemios, otros con el amor y otros, como yo, de toda ella, que me siento a verla y no soy consciente de si respiro o no hasta el final.
La mejor escena: El tango de Roxanne. Quién le iba a decir a Police que una de sus canciones más famosas podría ser un tango tan pasional como desgarrador. Esta escena es sublime por diversos motivos: la coreografía y la música son increíbles, el intercalo entre las escenas del tango, muy violento, con una más que tensa cena íntima entre Satine y El Duque. Según los ritmos del violín se aceleran y la voz de Christian (McGregor) se quiebra, el tango se hace más violento y la cena se vuelve más tenebrosa.
¿Qué me falta cuando veo esta película? Un paquete de kleenex a mi lado, porque para mí es perfecta.
**gracias eternas a mi hermana por llevarme a verla *_*
**fijaos si era grande mi fijación por esta película que mis compañeras de instituto me siguen llamando Satine.
The end aparece en la pantalla. El telón cae. La música cesa. The show must go on.
"The greatest thing you´ll ever learn
is just to love and be loved
in return"
Sin duda es uno de mis musicales favoritos. Y eso que cuando fui a verla al cine, tuve ganas de irme a los diez minutos porque me estaba pareciendo atroz. ¡Qué bien hice en quedarme!
ResponderEliminarSu espectacular banda sonora suele acompañarme en el coche permanentemente o, al menos, algunos temas esenciales como el "Elephant Medley" y la impresionante version de "Your song"
Una entrada genial.
Es maravillosa!! Una de mis películas favoritas, sin duda!!
EliminarGracias,
Lore